

Foto: Annie Spratt (UnSplash)
Para reflexionar sobre el papel que juegan las mujeres en los negocios inclusivos, primero es necesario saber de qué se está hablando cuando se habla de negocios inclusivos.
Un modelo de negocio diseñado para involucrar al sector privado en el desarrollo sostenible
En los últimos años los Negocios Inclusivos han cobrado mayor relevancia tanto en la agenda pública como privada, principalmente a partir del G20 en 2015 y también en 2018, cuando se desarrolló la Declaración de Líderes del G20 y el Llamado a la Acción sobre financiamiento para negocios inclusivos. Con la consolidación de los negocios inclusivos en las agendas institucionales alrededor del mundo, cientos de pequeños, medianos y hasta grandes empresarios se han beneficiado. Muchos gobiernos de todo el mundo están creando más y mejores programas para alentar al sector privado a involucrarse con la Base de la Pirámide (BoP), compuesta por más de cuatro mil millones de personas de bajos ingresos.
Lo hacen ofreciendo subsidios y beneficios fiscales a las empresas para que desarrollen su propia línea inclusiva, obteniendo su certificación de negocio inclusivo. Esta forma innovadora e integral de abordar los problemas de la Base de la Pirámide está dando un giro de 180º a la forma en que el sector privado mejora la calidad de vida de las personas y aumenta los ingresos de las comunidades desfavorecidas. El modelo de negocio inclusivo consigue profundizar y potenciar el impacto social, económico y ambiental (los tres pilares de la sostenibilidad) del sector. Este modelo de negocios permite el desarrollo de un negocio central comercialmente viable que involucra a personas de bajos ingresos como proveedores, productores, clientes o empleados a gran escala.
Los negocios inclusivos establecieron una perspectiva innovadora que se diferencia de la corriente principal económica que frecuentemente involucra al sector privado con un desarrollo sostenible basado en externalidades positivas o el «spillover effect«. Esta perspectiva innovadora tiene el potencial de cambiar la forma en que el sector privado involucra a las partes interesadas, construyendo una red sólida y duradera.
De esta forma, el modelo de negocio inclusivo responde a algunos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de la ONU, como acabar con la pobreza en todas sus formas en todo el mundo (Objetivo 1); acabar con el hambre, lograr la seguridad alimentaria y mejorar la nutrición y promover la agricultura sostenible (Objetivo 2); promover una economía sostenida, inclusiva y sostenible, crecimiento económico, empleo pleno y productivo y trabajo decente para todos (Objetivo 8); reducir la desigualdad dentro y entre los países (Objetivo 10); y fortalecer los medios de implementación y revitalizar la Alianza Global para el Desarrollo Sostenible (Objetivo 17).
Se puede percibir que este tipo de modelo de negocio existe desde los inicios de las cooperativas en el siglo XVIII. Sin embargo, se diferencia de otras formas de cooperación social en el sector privado en que involucra directamente a la Base de la Pirámide en su propia línea central de negocios, agregando valor a la cadena de valor. Es por esto que los negocios inclusivos están íntimamente relacionados con la economía social, las ONG y las SRC. Para mejorar su eficacia y eficiencia, la asociación entre estas formas alternativas de entender la economía es necesaria y fundamental.
Ahora vale la pena reflexionar, ¿dónde encaja la mujer en todo esto?
Aunque casi la mitad de la población mundial son mujeres (49,6%), las mujeres solo llevan a cabo el 23,3% de los negocios de bajos ingresos, el 33,9% de los de ingresos medios y el 38,9% de los de ingresos más altos. Esta situación es el resultado de lo que se conoce como el “techo de cristal”, o los numerosos y diversos problemas que enfrentan las mujeres para crecer dentro de las empresas.
Hoy en día, muchos países con barreras de acceso para las mujeres en el mercado laboral están tratando de solucionar el problema. Sin embargo, la realidad mundial es desalentadora: más de 2.700 millones de mujeres están legalmente restringidas de tener las mismas opciones de trabajo que los hombres; miles quedan excluidos y obligados a trabajar en empleos informales o vulnerables. Sus posibilidades de escalar en sus puestos de trabajo son estadística y significativamente inferiores a las posibilidades de los hombres.
Otro problema al que se enfrentan las mujeres es que las trabajadoras siguen siendo las principales responsables del cuidado y las tareas domésticas. Estos trabajos domésticos son la base que permite el funcionamiento del actual sistema económico, pero son no remunerados y socialmente desvalorizados. Las mujeres tienen que cumplir con sus deberes en sus trabajos y al mismo tiempo manejan sus hogares. Por lo tanto, a menudo sucede que les falta tiempo para invertirlo en otras tareas, como su propia formación o incluso en la gestión de un negocio.
Si bien, las mujeres no sólo suelen ser más pobres en términos de tiempo que los hombres, sino que también obtienen menores ingresos. La mayoría de los 1500 millones de personas que viven con 1 dólar o menos al día son mujeres. Por lo tanto, las mujeres deben ser el objetivo de los modelos de negocios inclusivos. Involucrar a las mujeres en las líneas de negocio y las cadenas de valor es beneficioso para las empresas con todos los niveles de escalabilidad y para todos los sectores, y podría permitirles alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible 5: Igualdad de género. Es así como las empresas podrían diseñar su estrategia inclusiva, mejorando significativamente sus utilidades y su potencial de impacto social, construyendo una economía más sustentable e inclusiva para todos.
¿No es la base la parte más fuerte de la pirámide?