

Como declaró el economista Milton Friedmann, galardonado con el premio Nobel, «no hay una sola persona en el mundo que pueda fabricar este lápiz. […] La madera de la que está hecho […] procede del estado de Washington. Para cortar ese árbol, se necesitó una sierra. Para hacer la sierra, se necesitó acero. Para hacer el acero se necesitó mineral de hierro. […] El grafito comprimido […] viene de unas minas de Sudamérica».
Esta afirmación es una clara muestra de hasta qué punto es necesaria la cooperación, incluso para producir un solo lápiz, pero también el grado de complejidad al que ha llegado la economía globalizada. Según los datos del Banco Mundial, las exportaciones representan hoy un 30% del total del PIB mundial, frente al 13% de 1970.
El comercio internacional tiene un importante impacto en el crecimiento económico mundial y en el desarrollo, ya que ayuda a las economías de los países a reducir su dependencia de los mercados locales, reduciendo el impacto de la volatilidad del mercado, y aumenta el acceso a las divisas, lo que incrementa la renta nacional, el volumen de negocio y los excedentes del Estado. De hecho, desde 1961, el PIB mundial se ha multiplicado por 8…. Sin embargo, a pesar de los interesantes y positivos mecanismos que genera este proceso, algunos actores también han aprovechado esta complejidad para explotar y extraer o proporcionar recursos obtenidos ilícitamente.
Sin ir más lejos, uno de los productos más comunes del siglo XXI, el teléfono móvil, está formado por una serie de materiales y componentes minerales que provienen de diferentes partes del mundo. El más notable de estos materiales, y que ha creado cierto revuelo entre los ciudadanos del mundo, es el coltán importado de la República Democrática del Congo (RDC). La RDC cuenta con el 80% de las reservas de coltán del mundo.


El coltán es uno de los minerales comúnmente conocidos como minerales de conflicto o 3TGs por casiterita (para el estaño), wolframita (para el tungsteno), coltán (para el tantalio) y oro. Los minerales de conflicto son aquellos que se han extraído en zonas de conflicto, cuya venta puede contribuir a la perpetuación de la violencia armada, la inestabilidad, la inseguridad y las violaciones de los derechos humanos asociadas a través de la financiación de los grupos armados.
Algunas de las reservas más importantes de estos minerales se encuentran en las regiones del este y sureste de la RDC. Una gran parte de ellos la extraen los mineros locales y grupos armados. Estos últimos obligan a los mineros locales (comúnmente conocidos como Mineros Artesanales y de Pequeña Escala – MAPE) a explotar las minas, contrabandear y vender los minerales en Ruanda[1] para financiar su guerrilla. Ruanda es el primer productor/exportador de coltán del mundo, pero no tiene reservas de este mineral. La elevada informalidad de la explotación sobre estos recursos genera graves problemas en términos de derechos humanos y de la infancia. De hecho, según los datos proporcionados por World Vision, en 2013, el 40% de los trabajadores de la MAPE en la RDC eran niños, lo que corresponde a 200.000 niños mineros. Según la OIT, la minería está considerada como uno de los múltiples sectores de trabajo peligroso para los niños. Dado que los cuerpos y las mentes de los niños aún se están desarrollando, los peligros y riesgos
potenciales del lugar de trabajo pueden tener un impacto trágico en su desarrollo cognitivo, físico y conductual y emocional.
Para combatir este problema, el gobierno de Barack Obama intentó regular la importación de estos materiales con la aprobación de la Ley Dodd-Frank en 2010. Esta ley obligaba a las empresas estadounidenses a garantizar que los materiales que utilizan para fabricar sus productos no proceden de zonas de conflicto y no se utilizan para financiar a posibles guerrilleros.
A principios de 2021, la UE comenzó a aplicar una ley similar para regular los minerales conflictivos, aunque esta ley no incluye minerales como el coltán. Para garantizar que sus materiales no proceden de zonas de conflicto, las empresas siguen un proceso de diligencia basado en las directrices de la OCDE para la cadena de suministro de minerales libres de conflicto, que debe garantizar la trazabilidad de esos minerales.
Sin embargo, aunque las grandes empresas tecnológicas han realizado varios esfuerzos en el abastecimiento de sus materiales (Apple y Google han comprometido importantes recursos para desarrollar procesos de abastecimiento de minerales procedentes de minas que beneficien a las comunidades congoleñas según el informe de 2017 relativo al proyecto Enough), según Amnistía Internacional y Global Witness, el 80% de las empresas no llegaron a cumplir los requisitos mínimos establecidos por la ley.
Uno de los principales retos para la correcta implementación de este tipo de procesos es la trazabilidad del material en cuestión desde la extracción hasta la venta final, pasando por los procesos de venta intermedios y el refinado de los minerales en cuestión.
Una gran parte de estos minerales se extrae en la RDC, se vende en Ruanda como contrabando, se revende a empresas situadas en China o Malasia y, una vez terminado el producto, acaba vendiéndose en los mercados occidentales[1].


No obstante, por desalentadora que parezca la situación, se han creado múltiples iniciativas privadas o público-privadas como Fairphone, la Alianza Público-Privada para el Comercio Responsable de Minerales (PPA), el Foro de Soluciones Responsables para el Oro Artesanal (RSA) o el programa ITSCI, entre otras, con el fin de regular la importación de minerales conflictivos y rastrear su origen.
Por tanto, si bien se espera que el sector tecnológico crezca exponencialmente en los próximos 20 años debido a la creciente innovación informática, la llegada del 5G, la innovación en Inteligencia Artificial (IA), la robótica y el teletrabajo (entre otros), y, sobre todo, a raíz de la aceleración de este proceso como consecuencia del COVID-19, también se espera que aumente el uso de los minerales asociados a su producción.
Asimismo, estos minerales también se aprovechan para otros usos, ya que el wolframio se utiliza para fabricar pantallas de rayos X o piezas de aviones, el estaño, para soldar productos electrónicos o para fabricar latas, y el oro, para diversos productos de lujo.
Es esencial que se establezcan alianzas sólidas entre los agentes públicos y privados, así como una cooperación interna, para apoyar la regularización de la MAPE y reforzar el abastecimiento de minerales conflictivos y la producción sostenible y respetuosa con los derechos humanos. De este modo, GlobalCAD colabora actualmente con la oficina regional de UNICEF en África Occidental y Central para involucrar a los socios del sector privado, incluso en la RDC, y para promover la responsabilidad social de las empresas en la región.
[1] https://www.ccma.cat/tv3/alacarta/mon/el-congo-despres-de-la-febre-del-coltan-viatge-a-la-zona-zero-del-mon-digital/video/5557138/
[2] Bali Barume et al. Conflict minerals (3TG): Mining production, applications and recycling, Current Opinion in Green and Sustainable Chemistry, Volume I, 2016. / Bali Barume & al. Minerales de conflicto (3TG): Producción minera, aplicaciones y reciclaje, Current Opinion in Green and Sustainable Chemistry, Volumen I, 2016.