
Las nuevas generaciones llegan con una mentalidad más abierta y solidaria a cuestiones relacionadas con la pobreza en el mundo.
«Hay un movimiento cada vez más activo y crítico», afirma Fernando Casado, director del Centro de Alianzas para el Desarrollo.
Deia Periódico, 03/01/2010, Entrevista
BILBAO. Si a un pobre le regalas un pescado comerá un día, pero si les das una caña pescará todos. Y si además en vez de darle la caña le ensañas a fabricarlas con sus propios recursos «puede que termine vendiéndolas». Esta es la filosofía que alberga el proyecto denominadoLa base de la pirámide, que engloba a un segmento demográfico compuesto por más de 4.000 millones de personas con ingresos anuales inferiores a 8 dólares diarios. El impulsor de esta iniciativa y director del Centro de Alianzas para el Desarrollo, Fernando Casado, presentó su proyecto de la mano de Innobasque (Agencia vasca de Innovación) en Euskadi.
En la cúspide de la pirámide los ricos. En la base, los pobres. Tres cuartas partes de la población no tiene ingresos suficientes en el mundo. Demasiadas diferencias.
Enormes, sin duda. Sorprende ver como, pese a ser una población tan grande, todas las multinacionales, productos y servicios que se están generando en la economía van dirigidos a la minoría que está en la cúspide de la pirámide y no abajo del todo, con más de 4.000 millones de personas. El 80% de la población vive con menos de 8 dólares al día.
Se cataloga a la población en función de los ingresos que perciben.
Lo que nosotros queremos es cambiarlo. Desde nuestro proyecto lo que promovemos es que se deje de cuantificar por ingresos, tal y como se está haciendo en la actualidad, y se empiece a cuantificar a los ciudadanos por derechos. Derecho a la vivienda, al agua, a la educación…
Derechos y necesidades básicas para cualquier ser humano, ¿no?
Así, es. Es lo que nosotros llamamos la base de la pirámide. Nos referimos a ésa gente que no tiene acceso a estos derechos que son mínimos para tener un desarrollo digno. Si no los tienes no puedes vivir en libertad.
¿Desde su prisma apostar por la innovación entre la población más pobre será beneficioso?
Por supuesto. Se empieza a ver la base de la pirámide no como una carga social a la que hay que ayudar para que mejoren, si no como un montón de oportunidades. Incorporar a estas personas a la economía va a generar muchas oportunidades al resto, pero sobre todo para las personas más pobres. Es una manera de salir de la exclusión social en la que viven.
Difícil tarea, ¿no cree?
No es fácil, pero hay que apostar por ello. En su momento todo esto generó una polémica porque parecía que las comunidades para dejar de ser pobres tenían que convertirse en consumidores. Desde la base de la pirámide promovemos que se conviertan en aliados estratégicos de las iniciativas para que salgan de la pobreza.
Es necesario un cambio de mentalidad.
Totalmente. Hay que valorar el desarrollo en función de las oportunidades, para tener una vida digna. No queremos que se les valore como una comunidad pasiva receptora.
El dinero mueve montañas.
Pero no es lo más importante. La falta de financiación resulta un problema, pero es un mayor problema la falta de ideas.
¿La necesidad incentiva la imaginación?
Sin duda, pero hay que ayudar a que las personas con pocos recursos puedan crear. Es duro vivir todos los días delante de la pobreza. Ellos no sólo pasan hambre de comer si no también de pensar. Hay que incentivar para la innovación.
El que más tiene más quiere.
Bueno ya.
Y en la crisis que atravesamos se ha notado…
Pero la crisis no ha resultado tan negativa. Nos ha servido para reflexionar sobre lo que realmente necesitamos. Siempre queremos más. Habíamos creado una economía de muchas cosas inservibles. Estábamos sumergidos en un consumismo insostenible lleno de envoltorios. Por un lado la crisis obliga a reflexionar sobre qué es indispensable, y por otro lado, obliga a los productores, a los innovadores, a los empresarios a replantearse qué tipo de productos necesitamos para el futuro de una manera más equitativa y sostenible que es donde realmente existen las verdaderas oportunidades.
¿En qué países se centran?
El laboratorio pertenece a una red global que está presente en 14 países y nosotros somos los representantes en el Estado español. Trabajamos en red y a través de todo el mundo. Las investigaciones se han centrado en Latinoamérica y en África. También hemos realizado algún estudio en Asia.
¿Analizan realidades y luego buscan soluciones?
Somos un laboratorio con un perfil más bien académico. Lo que hacemos es identificar lo que está pasando, comunicarlo e intentar que fondos sociales y empresas puedan llevarlos a cabo.
¿Cuál es su forma de trabajo?
Tenemos una metodología propia para desarrollar este tipo de procesos y aplicar la innovación y la actividad en estos procesos. Se lleva a cabo a través de talleres sectoriales enfocados con la participación de diferentes agentes de interés. Lo que intentamos es que las comunidades situadas en la base de las pirámides sean partícipes en todo lo que sea el ciclo de vida del proceso del producto, del servicio, tanto en el diseño, en la distribución, producción y también a la hora de concebirlo.
Llevemos la teoría a la práctica.
En el informe que presentamos ahora se incluyen diferentes iniciativas empresariales, como por ejemplo, la creación de cargadores de móvil solares para zonas rurales a donde no llega la electricidad. También se incluye la distribución nutritiva de la leche de vaca para que ésta cuente con los nutrientes necesarios para garantizar a los niños de zonas rurales una alimentación adecuada. Otro proyecto es la fabricación de cajones integrales formados por placas solares con filtro de agua y acceso a internet. Con esto se depura el agua y se comunican con otras comunidades.
Existen infinidad de ejemplos.
Hay muchas iniciativas beneficiosas. Es fundamental aplicar bien la innovación, haciendo partícipe a los pobres. Nadie mejor que ellos saben lo que necesitan. Además, lo importante es que ellos mismos sean los protagonistas de su propio desarrollo. Es fundamental crear, fomentar una cultura de innovación, formación para que la gente salga adelanta con su esfuerzo y con sus ideas.