Lecciones aprendidas sobre la implicación del sector privado en el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio

Artículo sobre el papel determinante que tiene que jugar el sector privado en el proceso de consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Después de superar el paso del ecuador para lograr los ODM antes del año 2015, los pocos avances en materia de desarrollo ponen de manifiesto que estos no sólo no se están logrando, sino que muchos países han fracasado a la hora de encaminar las políticas de desarrollo hacia soluciones sostenibles.

Si por un lado la devastación del VIH/sida, el cambio climático y el terrorismo, por ejemplo, emergen condicionando enormemente la capacidad de las naciones de promover un desarrollo que garantice una vida digna para todos, por otro lado, la interdependencia global queda cada vez más evidenciada y las nuevas tecnologías han conectado al mundo, no sólo a través de redes comerciales e intercambios culturales, sino también a la hora de introducir un nuevo formato de diálogo global más integrador y representativo, formado por nuevos actores no estatales representantes de la sociedad civil y el sector privado. Todo parece indicar que la complejidad de la problemática a la que se enfrenta la humanidad obliga a reaccionar de manera diferente de como se ha hecho a finales del siglo XX.

Los Estados son conscientes de la transformación de esta nueva realidad y perciben sus limitaciones a la hora de ofrecer respuestas a los principales retos que afectan a los seres humanos. Esta transformación se refleja también en las reformas necesarias de las organizaciones internacionales. Tanto la ONU como las instituciones de Bretton Woods (Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial) están experimentando el proceso transformador más significativo desde su creación después de la Segunda Guerra mundial, ya que han entendido la necesidad de abrir sus foros de diálogo a nuevos actores. El antiguo secretario general de la ONU, Kofi Annan, ya comentó en su momento que “la organización debe adaptarse plenamente a las necesidades y circunstancias del siglo XXI. Deben estar abiertas no sólo a los Estados sino también a la sociedad civil y al sector privado, que desempeña, en los planos nacional e internacional, un papel cada vez más importante en los asuntos mundiales. De hecho, llegó a comentar que poder lograr su cumplimiento antes del año 2015 no es ninguna utopía. La única utopía es pretender lograrlos sin una participación activa del sector privado.

Escuela de Cultura de Paz (UAB)/ Instituto de Innovación Social (ESADE) 01/02/2009

Por Fernando Casado Cañeque

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